Después, lo que parecían formas ordenadas en composiciones equilibradas se vuelven figuras y nuestro ojo, adormecido por la superabundancia de estímulos visuales, comienza a diferenciar personajes, casas, coches, perros… Ahora el relato comienza a tomar cuerpo, las figuras pasan a ser elementos concretos que se relacionan entre ellos para formar historias que parecen multiplicarse a medida que actúa la agudeza visual del que mira. Entonces, las imágenes de Paul Loubet ya no intimidan sino que, al contrario, invitan al espectador a entrar como actor de un juego divertido y lúdico. Así, una obra lleva a la de al lado. Como en un videojuego de Nintendo los mundos se relacionan e invitan al participante a recorrer este circuito en el que se ha convertido la exposición de Paul Loubet.

Que no olvide el que observa que este juego de niños es en realidad un discurso artístico, y que como tal, plantea preguntas complejas sobre la realidad social heredada por nuestras generaciones. Revisitando el trabajo de los urbanistas del Movimiento Moderno de principios de siglo XX en ciudades como Brasilia, ‘Cité Paul Loubet’ discurre sobre la morfología de la ciudad, su planificación y las problemáticas que ésta comporta. ¿La monumentalidad de lo construido es un factor trascendente a la hora de diseñar la ciudad? ¿De qué manera se ven afectados los comportamientos de los habitantes en función de la escala de los edificios que habitan? ¿La sectorización por funciones y los grandes espacios urbanos tienen como resultado la deshumanización de una ciudad?

Texto por Manuela Medina

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