SOBRE LA EXPOSICIÓN

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El planteamiento era simple: traseras de camiones.

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Ya desde que me mudé de Madrid a Bilbao, obligado al tráfico por carretera, reparé en ellas. Reparé como reparo en todo lo que después intento pintar: "it catched my eye". Reunía muchas de mis aspiraciones: sencillez, contemporaneidad, acentos de color. En esos viajes solitarios de Sur a Norte, bañados por luces, paisajes y pensamientos, aguardando adelantar, esa trasera se presentaba como un gran lienzo en blanco. Una figura totémica donde, de manera natural, después de horas de silencio, se proyectaban toda esa mezcla de imágenes, sentires, pasado, futuro… que llevamos dentro.

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Luego hubo un intento de conceptualización, tan común en la acomplejada práctica de la pintura hoy en día: el contenedor, una escultura rodante símbolo de nuestros tiempos, de la deslocalización, el consumo de bienes y servicios, la quema de combustible, etc. Pero no, no he venido a hablar de eso.

Desde que cargué el pincel para la primera pieza, todo lo anterior se volatilizó. Qué sentido tenía la reproducción? Qué aportaba una exposición en la que repetir la broma una y otra vez? Esas doscientas imágenes de traseras que había atesorado en mis viajes se presentaban como una excusa. Doscientas posibilidades de contar doscientas historias distintas, cada una particular, en su luz, en su momento. La protagonista iba a ser al final, y sin yo saberlo: la pintura.

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Cada imagen un ancla para la imaginación. Una superficie sobre la que la pintura se extendía, se aglomeraba, se empastaba. Una sustancia viscosa, que hablaba, avanzaba valiente; y yo con ella.

Lo que os ofrezco, es una demostración de estas posibilidades. Podrían haber sido otras: infinitas, como la vida, como la propia pintura. Esta expo no acaba aquí, se extiende para siempre, en cada atasco, en cada carretera, yendo a ver a un ser amado, a trabajar, a un velatorio… Esta expo no acaba aquí, como la vida, como la pintura.

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Texto por GVIIIE