'LA PIEL QUE ARDE'
exposición de Ethel Coppieters
23.06.22 - 23.07.22
SOBRE LA EXPOSICIÓN
Basándose en una atenta observación de su propia realidad, el trabajo de Ethel Coppieters analiza las experiencias colectivas y los estados anímicos de la generación a la que pertenece. A la manera de un autodiagnóstico, las mujeres de miradas penetrantes representadas en primer plano podrían en realidad estar mirándose a sí mismas en el espejo. Sus figuras, en estado introspectivo cuando se encuentran solas en escena, y más desafiantes cuando se presentan en compañía, ocupan la mayor parte del lienzo, recordando al observador su voluntad de hablar sobre intimidad y amor propio, sobre autocuidado y empoderamiento, sobre esa relación íntima que cada cual mantiene con uno mismo.
Los cuerpos voluptuosos, luminosos y redondos, destacan por el color cálido, casi ardiente de las pieles anaranjadas y rojizas que ocupan gran parte del lienzo. En los rostros ausentes se percibe el vestigio del trauma y el dolor, la actitud insolente que desencadenan las decepciones que cualquier mujer se ha podido encontrar en el camino. El contraste entre la expresividad de los rostros y la escasa definición anatómica de los cuerpos, contribuye a enfatizar el estado de ánimo, el carácter y la personalidad de cada una de esas mujeres por encima de cualquier apariencia física. Los fondos sobre los que se presentan estas mujeres, a veces abstractos, a veces contextuales, no siempre aportan información concreta sino que funcionan como recordatorio de que cada individuo protagoniza su propia historia más allá del relato colectivo.
Con todo esto, las escenas cotidianas que Coppieters conforma se interrelacionan para formar el recuerdo de una experiencia común, produciendo un diálogo con el espectador que parte de la intimidad para alcanzar la universalidad de la vivencia compartida.
SOBRE ETHEL COPPIETERS
Ethel Coppieters nace en Bruselas en 1996. Estudió en la Escuela de Investigacion Gráfica de Bruselas durante 5 años, donde obtuvo sus estudios en Pintura tras pasar un año en la escuela de Bellas Artes de Lisboa.
La obra de Ethel retrata mujeres cuyos rostros y cuerpos evocan sentimientos encontrados. Sus personajes poseen una belleza misteriosa, con rostros delicados, casi apáticos, que dejan entrever el rastro del sufrimiento.
Inspiradas en las mujeres de su entorno, sus figuras se nutren de referencias femeninas clásicas con elementos narrativos sumamente contemporáneos tales como accesorios, prendas y objetos actuales que reflejan la identidad de nuestra generación. A través de estos retratos de mujeres con proporciones corporales deconstruidas, liberadas de los mandatos de belleza que conocemos, la artista recrea escenas oníricas para hablar de lo íntimo y lo universal.